Esquelario

Sobre gustos ya hay algo escrito

Desde que comenzó el año todos los días saludo en mi cuenta en mastodon con una misteriosa frase:

Hoy es Martes 2° de Q1 (temporada de invierno boreal) de 2023. #calendario

En realidad se trata de una propuesta de calendario fijo que paso a explicaros.

Motivación

La motivación viene porque, en sociedades regidas por el Calendario Gregoriano tenemos una doble forma de medir el paso de los días: una es con referencia a la semana (lunes, martes... domingo) y otra con referencia al mes (5 de enero, 18 de agosto, etc). El tema no sería tan grave si el número de días del año fuera un múltiplo de 7, que es el número de días por semana, porque entonces tendríamos cada año la misma pauta de coincidencia de días de semana con días del mes, aunque fuera un poco complicada.

Pero resulta que no es así: $365 = 7\times 52 + 1$, es decir sobra un día, por lo que al año siguiente la referencia semanal se desacopla de la mensual —los mismos días del mes caen un día de la semana más tarde— y ya tenemos el lío montado, porque los eventos habituales están marcados en fechas mensuales fijas (comienzo/fin de curso, festivos, etc.) y, sin embargo, nuestro ritmo de vida está organizado según el ciclo semanal de 7 días. Tras un año bisiesto el desacople es de 2 días.

El caso es que no somos conscientes del desbarajuste porque lo tenemos muy asumido, pero todos los años hay que reprogramar esas fechas clave para que tengan el mejor acomodo dentro de la semana; así, un comienzo de curso universitario puede empezar del 1 al 7 de octubre, según el día de semana que convenga, pero cada año en un día del mes distinto, si queremos conservar la conveniencia del día de la semana. Los días festivos tradicionales asociados a día-mes concretos (esto es, casi todos los que no son domingo) permanecen en su sitio y pueden caer en domingo, lo que trastoca la organización de días festivos extra.

Calendario inmutable

Existen varias propuestas para solventar este problema mediante la adopción de un nuevo sistema de calendario fijo o inmutable —esto es, que no cambia la distribución de días de semana— pero todas ellas pasan por dos preceptos:

  1. Conservar la semana de 7 días. Esto es importante porque el verdadero ciclo de duración superior al día, en las sociedades regidas por el Calendario Gregoriano, es la semana de 7 días. Toda nuestra actividad gira alrededor del ciclo semanal y es importante conservarlo, no como ocurrió con el Calendario Republicano, que, en plena fiebre decimalizadora, estableció semanas de 10 días, que es una disrupción muy fuerte respecto al ciclo de 7 días.
  2. Establecer el año como un periodo de tiempo de 52 semanas, más 1 día extra (2, en años bisiestos) que queda(n) fuera del encaje de semanas/meses. Técnicamente esto se llama día intercalar. Esto ya lo hizo el Calendario Republicano con los días complementarios.
  3. Comenzar el año con el actual 1 de enero. Otras alternativas conllevarían demasiados costes de transición y tampoco hay alternativa fácil no etnocentrista. Por ejemplo, en el hemisferio norte el comienzo de año más natural sería aproximadamente con el comienzo del otoño boreal, pero eso chocaría con los hábitos del hemisferio sur, cuyo comienzo de año más natural sería al comienzo del otoño austral (primavera boreal).

Por ejemplo, existe una propuesta de fijar 12 meses agrupados de tres en tres con duraciones (31, 30, 30) días. El día sobrante se añade al final y no forma parte de ninguna semana: en algún momento después de un domingo no sigue un lunes, sino ese día extra. Los años bisiestos tienen un día más con esa característica.

Otra propuesta es el Calendario Fijo Internacional, que contempla 13 meses de 4 semanas. Los meses se llaman igual que los actuales con el añadido del mes «sol» entre junio y julio (maldita la gracia que les haría a los habitantes del hemisferio sur que el invierno les caiga en el mes sol). Podéis leer más detalles en el enlace.

Mi propuesta de calendario

En mi propuesta de calendario conservo las características antes mencionadas de otras propuestas de calendario fijo. Particularmente, la semana de 7 días y la existencia de días intercalares.

Trimestres en lugar de meses

Lo más relevante de mi propuesta es que no hay meses: las semanas se distribuyen en 4 bloques, trimestres, o temporadas, cada uno de 13 semanas. La justificación es que el mes de 30-31 días rompe la lógica del ciclo de 7 días semanal y, además, no tiene las características de un ciclo verdadero. Es cierto que es un concepto importante para nuestra vida civil (las letras vencen a fin de mes, la nómina se cobra a fin de mes, los alquileres se pagan a principio de mes, etc) y, por tanto, es conveniente definirlo dentro de este nuevo esquema.

Pero el verdadero superciclo es el trimestre o temporada: el curso escolar comienza en la temporada de otoño, y recomienza en la de invierno tras una pausa (Navidad / fin de año); tras otra pausa (Pascua), se reanuda durante la temporada de primavera y acaba con el comienzo de la temporada de verano. Y el curso escolar arrastra la vida de toda la sociedad, no sólo la de las familas con hijos: el curso universitario es parecido, las vacaciones laborales largas tienen lugar en los periodos de descanso escolar, las programaciones de las televisiones se modifican en cada temporada, etc.

Las temporadas están numeradas como {1, 2, 3, 4}, opcionalmente añadiendo el prefijo Q del inglés quarter (a su vez, la voz inglesa proviene del latín, lo que asegura un mayor alcance internacional). La temporada Q1 va desde el 1 de enero al 2 de abril, Q2 desde el 3 de abril al 2 de julio, Q3 del 3 de julio al 1 de octubre y Q4 del 2 de octubre al 31 de diciembre. Además, pueden recibir el nombre de la estación astronómica en la que se desarrollan mayoritariamente; por ejemplo Q1 sería «temporada de invierno boreal» o bien «temporada de verano austral».

Las fechas se indican con 3 números más el año en curso, empezando por el año, temporada (1 a 4), semana (2 cifras, 01 a 13), día de la semana (1 a 7). Por ejemplo, el 17 de enero sería 2023-1-03-2 o también 2023-Q1-03-2. O, más informalmente, Martes 3º de Q1, 2023 (nótese que el lunes es el primer día de la semana en esta propuesta, no el domingo como en los países anglosajones, de acuerdo con la directiva ISO 8601). En el sistema actual se usan sólo 2 números para indicar una fecha: mes y día del mes; pero eso resulta engañoso porque casi siempre resulta relevante saber qué día de la semana representa esa fecha, con lo que finalmente es necesario aportar ese tercer dato.

Días intercalares

El día intercalar anual se inserta a principio de año. Por definición de día intercalar, no es un día de la semana, sino externo a ella; se le puede llamar Día de Año Nuevo, o Día 0, y se insertaría entre el 13º Domingo de Q4 del año anterior (31 de diciembre) y el 1º Lunes de Q1 del año en curso, y ocuparía el sitio del actual 1 de enero. Para identificarlo dentro del sistema de fechas, se le puede asignar el número 0 de la 1ª semana de Q1; es como si la primera semana del año tuviera, excepcionalmente, 8 días. Así, el 1 de enero se consignaría como Q1-01-0.

Para que no se disturbe demasiado el ritmo semanal de 7 días, este día sería festivo (bueno, el 1 de enero ya lo es ¿no?).

Dado que en este año 2023 tiene lugar que el día de Año Nuevo es domingo y, por tanto, el primer lunes es día 2, es el año más apropiado para hacer este experimento.

Año bisiesto

El día intercalar del año bisiesto, que se podría llamar simplemente Día Bisiesto, debería estar lo más cerca posible del 29 de febrero actual, para minimizar costes de transición. Como el 28 de febrero es 9º Martes de Q1, entonces la primera solución que a uno se le ocurre para el día bisiesto es colocar un día intercalar entre el Martes 9º y el Miércoles 9º. Pero quedaría muy raro interrumpir una semana con un día extra que, para evitar otras disfunciones, debería ser festivo.

La solución más natural incluye ponerlo al principio de la semana, como «día 0» de esa semana al igual que el Día de Año Nuevo. Y, para mayor oportunidad, en lugar de dejarlo como «día 0» de las semanas 9ª o 10ª de Q1, se podría retrasar como «día 0» de la 1ª semana de Q2, o sea, justo al principio del cuatrimestre de primavera boreal, con el mismo papel que el Día de Año Nuevo en Q1. Y así, se sumaría a las vacaciones de cambio de trimestre (a todo esto, a ver si conseguimos independizar esas vacaciones de laa de la Pascua católica...).

En resumen, los años bisiestos tendrían un día Q2-01-0, que no es ni Lunes, Martes... Domingo, y que haría una semana de 8 días al principio del trimestre de primavera boreal.

Convivencia con el calendario de siempre

Este calendario tiene un buen acople con el calendario de siempre, en el sentido es que hay una correspondencia de días de mes actuales con días del nuevo calendario.

El único problema es en los años bisiestos que, o bien hay unos 30 días que cambian de correspondencia, o bien suprimimos el 29 de febrero y sólo habría un día —el Día Bisiesto, Q2-01-0— que no tendría correspondencia.

¿Qué hacemos con los meses?

Es posible que, una vez acostumbrados al sistema, muchas de las convenciones civiles actuales que ocurren mensualmente pasen a ocurrir o semanalmente o trimestralmente. Pero entretanto conviene definir los eventos mensuales y el periodo del mes.

Para los eventos mensuales se pueden fijar días dentro del trimestre. Por ejemplo, los días de pago de nómina pueden fijarse en el 5º Lunes, 9º Miércoles y 13º Viernes. O los días de pago de alquiler en: 1º Viernes, 6º Lunes y 10º Miércoles. Y así con todo.

Para definir periodos mensuales se puede fijar 1 mes como un periodo de 31 días y 2 meses como un periodo de 61 días (sin contar días intercalares que pueda haber entremedias). Para periodos mayores se cuentan trimestres y días. Por ejemplo, un periodo de 8 meses serían 2 trimestres y 2 meses (61 días). Supongamos que un trámite tiene una caducidad de 8 meses y lo realizas el 9º Martes de Q1; entonces se cuentan 2 trimestres (9º Martes de Q3) y se suman 61 días (7 semanas y 5 días) lo que lleva al 3º Sábado de Q4 como fecha límite.

Conclusión

  • He presentado una propuesta de calendario fijo que prescinde del concepto de «mes» en favor del de «semana» y «temporada».
  • Las fechas se presentan con 3 números.
  • El día de la semana es uno de los números de los que forma parte la fecha.
  • Hay 1 día intercalar (2, en los años bisiestos).

Puedes comentar este artículo en el hilo que he abierto en Mastodon.

Con ocasión del mundial de fútbol pasó por mi radar la información de que Luis Enrique, el seleccionador del equipo de España, practicaba una suerte de disciplina esotérica llamada earthing, del inglés que equivaldría a «ponerse a tierra», que consiste en mantenerse descalzo sobre el terreno el máximo tiempo posible; también se conoce como grounding. Puedes leer más detalles sobre los supuestos beneficios para la salud en el enlace anterior; por resumir mucho, se alude a un supuesto equilibrio de cargas al hacer tierra como algo beneficioso.

Si bien se pueden encontrar publicaciones en revistas científicas que, de alguna forma, justificarían el earthing, el consenso científico actual es que el equilibrio de cargas es un argumento pseudocientífico, como expone el médico Vicente Baos, de ARP-SAPC, en este artículo en El Mundo.

El descalcismo/minimalismo

Esta polémica me ha sorprendido porque yo practico una suerte de «descalcismo» pero no tenía ni idea de esto del earthing. Mi motivación para esta práctica proviene de mi afición a correr: cuando empecé a correr a finales de 2017 estaba rodeado de corredores que practicaban (o pretendían practicar) el minimalismo, esto es, correr con un calzado que provee solo la protección mínima, incluso con sandalias e incluso descalzo si el terreno es apropiado y/o los pies están acondicionados a esa práctica.

El minimalismo se opone a la tendencia actual, promovida por las grandes multinacionales de calzado deportivo, de zapatillas que presuntamente «ayudan» al corredor a obtener mejores tiempos a base de mucha amortiguación, cámaras de aire, carbono, gran altura de talón, suelas muy gruesas... Sin embargo, este tipo de ayudas favorece un tipo de zancada, donde se aterriza con el talón en lugar de con el mediopié, que es susceptible de causar lesiones de rodilla y de espalda. La constricción de los dedos (esto ya es imposición de moda) también es promotora de juanetes, neuroma de Morton y dedos martillo. La suela muy gruesa produce una desincronización del momento en que el cerebro espera que se produzca el impacto y también, en general, desactiva el uso de los músculos que tenemos en el pié; es decir, proporcionan una muy baja propiocepción.

Por contra las zapatillas minimalistas reúnen las siguientes características:

  • Horma ancha para que los dedos tengan movilidad y se alineen de forma natural. Hay una conocida marca de zapatillas cuyos modelos tienen «dedales» al modo de guantes, para que cada dedo ocupe su sitio. Los modelos normales tienden a tener el aspecto de «zapatos de payaso», por la mayor anchura de la parte delantera, que simplemente se acopla a la forma natural del pie.
  • Sin diferencia de altura entre el tacón y la puntera (técnicamente se conoce como drop 0).
  • Suela lo más delgada posible de acuerdo al terreno al que se destina la zapatilla.
  • Muy ligeras (en realidad los dos puntos anteriores ya garantizan ligereza).
  • Muy flexibles.

(Otras características que se pueden encontrar en estas zapatillas, pero que no son imprescindibles, son el uso de materiales reciclados, garantía para su uso por personas veganas, etc.)

Es decir, acercan lo más posible la experiencia de andar/correr descalzo con la protección mínima y en cualquier caso garantizan una propiocepción más razonable.

Nacidos para correr

Todo esto surge a partir de un libro que se ha hecho clásico Nacidos para correr (Born tu Run) del periodista Christopher McDougall. Narra la epopeya del propio periodista buscando a un personaje legendario que se hace llamar Caballo Blanco, el cual, nacido estadounidense, pasa a convivir con la etnia tarahumara, del noroeste de México, para los cuales correr es parte de su modo de vida.

En realidad el minimalismo no es el tema principal del libro, pero los tarahumara corren con unas sandalias que se fabrican ellos mismos —llamadas huaraches— a partir de goma de neumáticos y tiras de cuero y esto se pone de manifiesto muchas veces (en particular cuando una conocida marca de zapatillas subvenciona una carrera con los tarahumara) y, además, uno de los personajes, corredor estadounidense, adopta el descalcismo a partir de malas experiencias por lesión con zapatillas deportivas superamortiguadas y supercaras. La épica con la que C. McDougall magistralmente inviste a los tarahumara ha servido de acicate a un amplio sector de corredores a imitar en lo posible su forma de correr, y de ahí ha surgido esta tendencia de corredores minimalistas (llamada también barefoot running).

Mi experiencia minimalista

El caso es que yo empecé a correr bajo esas premisas del minimalismo (aunque no leí el libro hasta un par de años más tarde). Total, estaba empezando y la retórica del minimalismo sonaba bien y tenía cierta lógica: al fin y al cabo el ser humano ha desarrollado su forma de andar y correr sin ayuda de zapatos, por lo que seguramente los pies sean un instrumento mucho más capaz de lo que creemos para estas tareas si dejamos que se desarrollen sin trabas. Es decir, mis primeras zapatillas para correr ya eran minimalistas.

Pero también trasladé esa tendencia a otros deportes (soy practicante de bádminton) y a mi vida no deportiva: en pocos años he renovado todo mi calzado a calzado minimalista, incluso los típicos zapatos de vestir. En los últimos tiempos he adquirido unas huaraches que uso tanto para correr como para diario.

También practico la carrera con pies descalzos en terrenos más o menos propicios, sobre todo en la playa cuando puedo. En los foros especializados de barefoot running se advierte sobre los riesgos de correr descalzo sin haber pasado por un proceso de adaptación, (que es tanto más importante cuanto más difícil es el terreno): ampollas, heridas, metatarsalgias, etc. Por tanto hay que tener cuidado. Pero, cuando estás preparado, puedes correr descalzo por casi cualquier sitio, como demuestra el atleta hispano-marroquí Karim El Hayani, que en el año 2022 terminó los 250 km de la durísima prueba Maraton des Sables corriendo descalzo.

Y la práctica descalcista la he trasladado al ámbito diario: en casa ando descalzo o con calcetines antideslizantes si hace frío; en el espacio público voy descalzo allá donde es socialmente aceptable y el riesgo sanitario es limitado; por ejemplo jamás voy descalzo en vestuarios públicos, y menos aún en vestuarios de piscinas, por el riesgo de hongos que es muy elevado. A este respecto el Dr. Baos puede contar auténticas películas de miedo.

Cuando ve el calzado que uso la gente me pregunta si noto las irregularidades del suelo y si eso me molesta. Y sí, sí que siento el suelo y, no sólo no me molesta, sino que lo agradezco. Es como una especie de masaje...

Pensamiento mágico

Volviendo al earthing, el caso es que se basa en un hecho físico real: cuando usamos zapatos, especialmente de suela de goma, nuestro cuerpo puede acumular cargas eléctricas que no puede derivar a tierra por el aislamiento eléctrico que supone la goma. Pero esta carga es absolutamente inofensiva, y sólo cuando se acumula en gran cantidad puede causar un pequeño trastorno porque cuando por fin el cuerpo se descarga (tocando algún objeto metálico grande, por ejemplo), entonces se produce una chispa que resulta desagradable pero no es peligrosa.

Pero basta con tener un conocimiento superficial de este hecho para que, en personas con deficiente formación científica, se monte un relato fantástico en la cabeza que no tiene nada que ver con la realidad. Es lo que llamamos pensamiento mágico. Esta fabulación se puede ver reforzada positivamente por correlaciones casuales (que no causales...) que hacen que el sujeto ansioso establezca relaciones que refuerzan su idea.

Por ejemplo, un escenario típico en que uno se carga mucho es en esos interiores tapizados de moqueta y con el ambiente muy seco; cuanto más seco es el ambiente, más carga es posible acumular. En tales ocasiones yo me suelo encontrar más incómodo, con dolor de cabeza y ganas de salir de allí. Pero... ¿es por la carga eléctrica? ¿o simplemente el ambiente tan seco y viciado es capaz de explicar el malestar? Ya sabes lo de la navaja de Ockham: si hay una explicación sencilla posiblemente sea la correcta.

El mito de Anteo

A pesar de mi formación científica y racional a mi me encanta la magia y la fantasía. Disfruto como un enano con novelas y películas de Ciencia Ficción y Fantasía: asumo el cambio de escenario y disfruto del nuevo paradigma de realidad; eso sí, me gusta que, dentro de la fabulación, el mundo que me proponen sea coherente y que no haya Deus ex Machina.

Por eso a veces me gusta imaginar un fundamento «mágico» en las decisiones que tomo. Por ejemplo, con esto del minimalismo, imagino que el bienestar que siento cuando voy descalzo o cuando corro con zapatillas minimalistas, es porque Gea (la Tierra) me está inyectando su fuerza a través del contacto físico, como al gigante Anteo, al que enfrentó Hércules en uno de sus trabajos. Hércules finalmente pudo vencerlo evitando que tomara contacto con la Tierra para que Gea, su madre, no pudiera insuflarle su energía.

Puestos a invocar el pensamiento mágico mejor hacerlo a lo grande, con los mitos griegos, que con algún rollo new-age tomando como excusa las cargas eléctricas.

Conclusiones

  • El minimalismo/descalcismo no tiene nada que ver con el earthing/grounding. De hecho, en el grupo de Reddit de barefoot running alguién preguntó sobre el grounding y la respuesta mayoritaria fue la total ignorancia.
  • Si te ha llamado la atención lo del minimalismo y quieres practicarlo infórmate bien antes, especialmente si eres corredor y usas habitualmente zapatillas amortiguadas.
  • Si aún no has leído «Nacidos para correr» ya estás tardando, aunque no seas corredor. Es una historia de aventuras, viajes, deporte, etnografía y épica muy bien escrita que no te dejará indiferente.

El domingo 18 de diciembre participé en la 18ª Carrera de Navidad de Cercedilla, evento en el que llevo participando en las dos últimas ediciones (2019 y 2021; en 2020 no se celebró). Es una carrera de montaña relativamente accesible (13K +500m), pero que se hace dura para los acostumbrados a carreras en asfalto, sobre todo porque casi todo el desnivel de subida, el de más pendiente, se acumula entre los kilómetros 1 y 4.

La carrera discurre por las dehesas de Cercedilla, pueblo de la sierra de Madrid donde es característico el turismo de montaña y de esquí (es la cuna de la famosa familia de esquiadores, los Fernández Ochoa). El pueblo está situado a gran altura (~1200 m) y el recorrido sube aún más, y discurre principalmente entre pinares surcados por arroyos, que muchas veces hay que atravesar sin puentes o pasos. Puesto que las lluvias han sido abundantes los últimos días, los arroyos bajaban muy crecidos y muchas veces había que elegir entre detenerse a buscar algún camino que permitiera pasar al otro lado sin mojarse mucho, o bien directamente vadearlos como el camero borracho de la película El guateque (The Party). Obviamente, yo elegí esto último, porque forma parte de la diversión :–)

Este año, excepcionalmente, hemos tenido un tiempo excelente, con sol incluso. Si añadimos lo limpia que estaba la atmósfera por las lluvias recientes, el resultado es un espectacular «paseo» corriendo en un entorno mágico.

Rendimiento

Este año he hecho peor tiempo que en las dos anteriores ediciones en que he participado. La verdad es que me estoy tratando una lesión en la cintilla izquierda —tendón que une la cadera y la rodilla— que me provoca dolor en la rodilla al cabo de unos cuantos kilómetros. Por eso no quise forzar mucho y aprovechaba más de lo normal las pendientes para ir caminando.

También influye que ha habido mucha gente este año: 1500 inscritos más 700 en lista de espera... En la segunda parte del recorrido hay muchos tramos en que el sendero se estrecha mucho y no hay más remedio que circular en fila india.

En fin, que aún quedan un par de pruebas en esta temporada navideña y hay que reservar fuerzas.

El troll de la carrera

En una zona de subida, un tipo se ha dedicado a pinchar carteles escritos a mano en los árboles, con consignas destinadas a bajar los humos a los participantes. Un troleo en toda regla. Me acuerdo de alguna, por ejemplo:

Si te estás preguntando si esta es la última cuesta la respuesta es NO.

o también:

Tu vida es una mierda, aunque tu Garmin te diga lo contrario.

En fin, no sé si es un auténtico troll con ganas de provocar (un resentido) o se trata de una humorada.

Premios especiales

Una característica de esta carrera es que los premios los talla un escultor in situ, en la línea de meta, mientras tiene lugar la carrera. Son esculturas hechas sobre troncos de pino mediante sierras eléctricas motosierras.

En resumen: una experiencia que intentaré repetir todos los años.

P.S. Aquí hay más información